Limones que has de usar para cambiar el mundo

-«Si todos descendemos de los simios sin intervención marciana pues de puta madre pero yo no me lo creo, y eso es lo que hay, tío»- oí entre el griterío de un bar cutrex en donde la gente tiraba los huesos del pollo al suelo como si tal cosa mientras fagocitaba cervezas con inusitada querencia por la repetición.

Madrid está muy lleno de bares destroyer, en donde la vida se sirve en platos tremendos de calamares con sobredosis mayonesil y limones que se van sin usar a la basura. Está muy lleno de bares con terrazas de cucarachas que gustan de la vida pirata, la vida mejor, en tu pantalón. Cucarachas de todo tipo que viven en alcantarillas o en casas. Hay muchos aparatos de aire acondicionado que jamás han pasado una revisión en esos bares, inundando de proto-aire las atmósferas internas de lugares de cándida decoración cañí y expulsando calor que jamás será aprovechado por nadie.

La capital del imperio tiene el gusto de tener una gran fauna de clientes fijos, como los parroquianos borrachos que apenas pueden moverse de lo mal que van siempre, o gente de bien que acaba con sus tímidos huesos en lugares de mala estampa donde no deberían estar, o incluso gente muy pasada de rosca, de los que cuando les miras a la cara sabes que han bebido mucho y que han extendido la época borracha que todos hemos tenido hasta el presente.

Madrid, luces y sombras, bares de gente de ojeras e ilusiones a veces perdidas y otras tan reales que algún día se harán realidad y cambiarán vidas, y combinarán universos paralelos para crear un precioso caos en donde se crearán llaves para abrir ciertos candados que jamás se habrían abierto de no ser por esos bares de mierda en donde una puta idea, un puto limón que no se va a la basura sin usar, puede cambiar el mundo de mucha gente.

 

Deja una respuesta