Estudiaste para ser eso en un país en el que nadie quiere que seas nada.
Trabajaste por dinero en un sistema en el que nadie quiere que lo tengas.
Viviste aquel infierno porque se suponía que algún día podría convertirse en cielo.
Pasaste por la vida preguntándote qué hostias hacías en esas situaciones que ya se veía que te iban a joder.
Pero tú no viste nada. Nadie lo hace.
Porque todos somos topos de nuestro destino.
No vemos nada de lo que nos viene. No cambiamos de dirección. Escarbamos en dirección al campo de minas.