Superaste aquel trauma gracias a que tuviste otro aún mayor.
¿Pero lo superaste o te superó él a ti y tú sólo seguiste viviendo?
¿Te atas los cordones de los zapatos bien o simplemente te los atas y los escondes?
A veces ocurren asuntos que jamás se cierran bien. Te tropiezas cuando te pisas o te pisan esos cordones y es culpa tuya el hecho de no haber tensado más esas fibras cuando debías. Quizá no era el momento de aprender nuevos nudos. Valía el de siempre. Pero nuestros pies ya no son los de siempre. Caminan muchos kilómetros en muchas direcciones y no todos los nudos de cordones valen para todos los caminos y direcciones. No cambiaste ni de nudos, ni de zapatillas y ahora te duelen los pies al andar.